Sobre el muro y la naturaleza

Ramzy Baroud y Romana Rubeo

(Traducción de Loles Oliván Hijós)

Sobre el muro y la naturaleza: la guerra endémica de Israel contra el medio ambiente palestino

Una palestina intenta impedir que arranquen sus olivos para construir un tramo del Muro del Apartheid. (Crédito: Archivo de Stop the Wall )

En abril de 2002, el gobierno israelí declaró su intención de construir una gran “barrera de separación” entre Israel y la Cisjordania ocupada. Los dirigentes israelíes justificaron la decisión con el pretexto oportunista de la “seguridad”. A finales de 2003, Israel había erigido 143 kilómetros de bloques de cemento mayoritariamente en tierra palestina, lo que puso aún más de manifiesto las verdaderas intenciones coloniales que se esconden detrás de la iniciativa israelí. De hecho, según la organización israelí de derechos humanos B’Tselem, el 85% del Muro se construye en territorios ocupados dentro de Cisjordania, lo que significa en esencia la anexión de facto de tierras palestinas ocupadas desde junio de 1967. (1). Asimismo B’Tselem subraya la naturaleza destructiva del Muro, que rompe la contigüidad de los “centros urbanos y rurales palestinos y fractura sus vínculos intercomunitarios forjados y cimentados a lo largo de muchas generaciones”. (2)

Ahora que la estructura que los palestinos designan acertadamente como el “Muro del Apartheid” está a punto de completarse, su significado político, sus objetivos coloniales y su devastador impacto en las comunidades palestinas se han hecho manifiestos a pesar del empeño de la propaganda israelí –hásbara– en justificar moral y legalmente su existencia. Menos visible resulta, sin embargo, el perjuicio medioambiental a largo plazo como consecuencia del Muro del Apartheid.

Ideología de la destrucción

Es fundamental que cualquier debate sensato sobre la barrera de separación israelí no se circunscriba únicamente al Muro dado que la explotación israelí de la tierra, de los recursos naturales y del medio ambiente palestino se viene produciendo desde el inicio de la implantación de la ideología sionista. Desde su establecimiento sobre las ruinas de más de quinientas aldeas y ciudades palestinas que desalojó, destruyó y borró del mapa hasta nuestros días, Israel ha persistido en la misma estrategia letal. En cuestión de pocas décadas ha deformado hasta lo indecible la tierra habitada por palestinos musulmanes, cristianos y judíos durante miles de años.

“Palestina contiene un vasto potencial de colonización que los árabes ni necesitan ni están capacitados para explotar”, escribió David Ben Gurion, uno de los padres fundadores de Israel y primer ministro a su hijo Amos en 1937. (3) El Israel sionista, sin embargo, ha hecho mucho más que “explotar” ese “potencial de colonización”; también ha sometido a la Palestina histórica a una cruel, implacable e inacabada campaña de destrucción. Mientras el sionismo prevalezca en tanto que ideología racista, hegemónica y despiadada se mantendrá.

Desde sus comienzos, entre mediados y finales del siglo XIX, el sionismo político ha mentido a sus seguidores en su manera de representar la Palestina histórica. Para fomentar la migración judía al país y con el fin de proporcionar una apariencia de justificación moral para el asentamiento judío, el sionismo construyó mitos cardinales que siguen vigentes hoy en día. Según los primeros sionistas, por ejemplo, Palestina era una “tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. También afirmaban que era un árido desierto a la espera de que los colonos judíos de Europa y de cualquier parte del mundo llevaran a cabo la urgente misión de “hacerlo florecer”. (4)

Lo que los sionistas han hecho en Palestina, sin embargo, resulta bastante incongruente con su discurso intelectual, tan racista, colonialista y exclusivista desde siempre. La tierra de Palestina, unos 27 Km. cuadrados desde el río Jordán en el este hasta el mar Mediterráneo, fue objeto de un cruel experimento que comenzó con la limpieza étnica del pueblo palestino y la destrucción de sus aldeas, tierras y cultivos en 1948. Una explotación de la tierra y de sus gentes que se ha proliferado con intensa vehemencia a través de las generaciones posteriores.

El Muro del Apartheid

El Muro del Apartheid no es más que una nueva fase de la campaña sionista destinada a someter el medio natural palestino al servicio de sus ambiciones coloniales.

El llamado “Muro de Separación” de Israel no ha separado a palestinos e israelíes; eso ya se había conseguido mediante numerosas leyes y restricciones tan antiguas como el propio Estado israelí. (5) En cambio, ha creado aún más prohibiciones a los palestinos, aislados ahora en “bantustanes” como los del apartheid sudafricano. (6) A través de centenares de puestos de control militar esparcidos por Cisjordania, la estrategia de separación de Israel ha pasado de aislar a todos los palestinos de una vez a confinarlos individualmente con el objetivo de destruir toda lógica de cohesión y continuidad socioeconómica palestina.

Para construir el Muro israelí las excavadoras israelíes han arrancado decenas de miles de olivos, algunos de ellos de 600 años de antigüedad. (7) Que algunos de esos árboles estuvieran protegidos como patrimonio cultural al amparo del derecho internacional no ha frenado al ejército israelí. La destrucción continúa sin cesar. 

Con el fin de conseguir espacio para el Muro también se han quemado miles de acres de tierra palestina junto con sus árboles y el hábitat de su entorno. En su lugar, Israel ha construido una estructura de cemento y metal imponentemente fortificada de ocho metros de altura, totalmente ajena al paisaje palestino y protegida por la parafernalia de la ocupación, que incluye torres de vigilancia, cercas eléctricas y cámaras de vigilancia.

No es que Israel mantuviera una relación sana con la tierra de Palestina antes de que empezara a construir el Muro en 2002. Pero el Muro vino a exponer la trascendencia de la explotación colonial de tal manera que sólo puede compararse con la Nakba, la destrucción de la patria palestina entre 1947 y 1948. Con una longitud total de más de 400 kilómetros y una extensión final prevista de 700 kilómetros, el Muro perjudica directa y negativamente a cientos de comunidades palestinas y a enormes extensiones de sus tierras. (8)

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas en los Territorios Ocupados Palestinos (OCAH oPT, en sus siglas en inglés) describe la composición física del Muro como una “barrera (que) consiste en muros de cemento, cercas, zanjas, alambre de púas, caminos de arena habilitados, y un sistema electrónico de vigilancia, rutas de patrulla y zonas de tierra de nadie”. (9)

De las 84 imponentes puertas metálicas que instaló el ejército israelí en varias secciones del Muro en noviembre de 2017 “sólo nueve se abrieron a diario; diez se abrieron pocos días a la semana y durante la época de la cosecha de aceitunas; sólo 65 se abrieron durante toda la cosecha de aceitunas”. (10) El lamentable aunque predecible resultado es que grandes extensiones de tierras palestinas cultivables han quedado abandonadas y que los colonos judíos y el ejército israelí pueden volver a confiscar nuevas extensiones de tierra.

El Muro del Apartheid también ha impactado negativamente en los recursos hídricos palestinos, ya devastados por el continuo robo israelí y por sus vertidos ilegales de residuos tóxicos (11). El consumo excesivo de agua por parte de Israel, el uso errático de las presas, y la negación a los palestinos del derecho a su propia agua o a la excavación de nuevos pozos, han supuesto enormes e irreversibles consecuencias medioambientales. Han alterado la esencia del ecosistema acuático en su conjunto. El Muro constituye también una gran amenaza para la seguridad hídrica palestina.

“La construcción del Muro de Segregación ha aislado pozos, manantiales y cisternas, y ha dañado o destruido la infraestructura hidráulica, especialmente las redes de riego”, afirma el Applied Research Institute de Jerusalén. “De las 173 comunidades directamente afectadas, el 60% ha informado que la construcción del Muro ha tenido un impacto negativo en sus recursos de agua para consumo doméstico y/o agrícola”. (12)

Desde las fases iniciales de la construcción del Muro israelí se han arrancado cientos de miles de árboles. El precio de esa monstruosidad física se omite con frecuencia en los debates relevantes sobre el Muro y sobre el proyecto colonial israelí. Según Al Jazeera Interactive, Israel ha arrancado 2,5 millones de árboles desde el inicio de su ocupación militar en junio de 1967. (13)

“La construcción del Muro de Segregación suele tener como resultado la degradación de la tierra, la fragmentación de los ecosistemas, la erosión y la compactación del suelo, la eliminación arbitraria de residuos, y la acumulación de polvo en las tierras agrícolas y en los árboles. Todo ello impacta en la productividad de la tierra disminuyendo severamente la producción agrícola y los ingresos de los agricultores palestinos”. (14)

Estos ejemplos apenas abordan la dimensión del impacto del Muro de Israel en el medio ambiente palestino. El daño ya es patente en muchas otras áreas, como la gestión de los residuos por parte de las comunidades palestinas, especialmente las que se encuentran atrapadas detrás o en una situación de desventaja rodeadas dentro del propio Muro. Al menos el 20% de estas comunidades han documentado que la alteración física resultante de la mastodóntica construcción ha obstruido sus sistemas de eliminación de residuos sólidos o aguas residuales. (15) El grado de repercusión directa del Muro en la salud revelará en los próximos años detalles más sombríos.

Porque el adverso impacto medioambiental va más allá del paisaje y la vegetación al afectar a la destrucción de la ganadería y la vida silvestre palestinas. Imad Atrash, director de la Palestinian Wildlife Society, relata una historia igualmente trágica: “En lo que respecta a la cría de animales, cuando se construyó el Muro algunos de los machos y de las hembras quedaron separados en partes opuestas”, lo que dio lugar a un resultado predecible de posible desaparición. (16)

“Animales como el zorro rojo, gacelas, lobos y topos (e) incluso algunos pájaros, como el zarapito real, la perdiz chukar y todas las especies de alondra están en peligro de extinción”.

Coexistencia versus explotación

Lo cierto es que el Muro del Apartheid y su deriva destructiva son sólo una parte de un largo y doloroso proceso de destrucción que se remonta a la idea más temprana del sionismo. Toda la tierra de la que Israel se ha apoderado y ocupado ha sufrido la degradación del medio ambiente de una manera u otra y ha tenido efectos nocivos que se han repercutido oportunamente a las aldeas y ciudades palestinas.

Las agresivas e ilegales prácticas de construcción de asentamientos de Israel no sólo han desarraigado, segregado y desposeído a cientos de miles de palestinos y palestinas sino que han devastado sistemáticamente el medio ambiente circundante mediante el uso excesivo de consumo de agua y otros métodos agrícolas no sostenibles. Además se estima que alrededor del 80% de la basura generada por los asentamientos israelíes se vierte en Cisjordania. Varias industrias israelíes y el ejército vierten residuos tóxicos en tierras palestinas. (17)

Asimismo en los últimos años Israel ha trasladado sistemáticamente fábricas contaminantes a Cisjordania. Lo ha hecho mediante la construcción de las llamadas “zonas industriales” que no sólo explotan la mano de obra barata palestina sino que liberan también sus subproductos tóxicos en el medio ambiente sin tener en cuenta el bienestar de los palestinos que viven en las proximidades. (18)

Israel igualmente ha intensificado una práctica de décadas consistente en arrancar de raíz los olivos y los árboles frutales palestinos. Esta estrategia, destinada a quebrar la conexión de los palestinos con su tierra, no sólo ha supuesto la pérdida de los medios de subsistencia de miles de agricultores palestinos sino que ha provocado también la erosión del suelo y la desertificación acelerada de partes de la Palestina ocupada. (19)

El Muro del Apartheid es el último y quizás el más gravoso apéndice a esta sórdida historia de explotación, destrucción y total desprecio por el medio ambiente, en un momento en que los problemas ambientales mundiales son la principal amenaza para el futuro de la humanidad.

Mientras que los palestinos han demostrado estar mucho más que “capacitados” para coexistir con la naturaleza que para “explotarla”, el Israel sionista ha hecho exactamente lo contrario. Sin embargo, el precio de la actual explotación israelí no sólo lo paga el pueblo palestino sino también el medio ambiente. Son estas pruebas que constatamos las que acentúan más si cabe la naturaleza colonial y egoísta del proyecto sionista y la falta de visión de futuro de sus fundadores.


Referencias

1. Rebecca Stead, “7 Myths about Israel’s ‘Separation Wall’”, Middle East Monitor, October 16, 2018.

2. “The Separation Barrier”, acceso el 2 de septiembre de 2019, https://www.btselem.org/separation_barrier .

3. “Ben Gurion, Letter to His Son”, acceso el 2 de septiembre de 2019, https://jewishvoiceforpeace.org/the-ben-gurion-letter/

4. Alan George, “Making the Desert Bloom: A Myth Examined”, Journal ofPalestine Studies, Vol. 8, N. 2 (1978-79): 88 https://www.palestinestudies.org/jps/fulltext/38553

5. “The Separation Barrier”, ibid.

6. “The Zionist Union’ Plan for a Palestinian Bantustan”, Middle East Monitor, March 10, 2015

7. Abeer Al Butmeh, “Environmental Injustice in Palestine: Facts and Figures”, Pengon FoE Palestine, acceso el 2 de septoiembre de 2019, https://www.evrypalestine.org/IMG/pdf/pengon_presentation.pdf

8. “The Separation Barrier: Statistics”, acceso el 2 de septiembre de 2019, https://www.btselem.org/separation_barrier/statistics

9. “The Humanitarian Impact of the Barrier”, acceso el 2 de septiembre de 2019, https://www.ochaopt.org/sites/default/files/ocha_opt_barrier_factsheet_july_2013_english.pdf.

10. “The Separation Barrier”, ibid.

11. Vv. Aa. “The Segregation Wall Impacts on Palestinian Environment”, Publications of the Applied Research Institute, diciembre, 2015.

12. Vv. Aa. “The Segregation Wall Impacts on Palestinian Environment”, ibid.

13. Zena Tahaan, “Israel’s Settlements: 50 Years of Land Theft Explained”, AlJazeera Interactive, 21 de noviembre de 2017.

14. “Barrier Impacts on the Environment and Rural Livelihoods – UNRWA, Factsheet”, acceso el 2 de septiembre de 2019, https://www.un.org/unispal/document/auto-insert-205224/

15. Vv. Aa. “The Segregation Wall Impacts on Palestinian Environment”, ibid.

16. Miriam Deprez, “Even Animals Are Divided by Israel’s Wall and Occupation – Threats to the Local Environment”, Middle East Monitor, 20 de agosto de 2018.

17. Yousef Abu Safieh, “The Radical Transformation of Palestine’s Environment”, Al Jazeera English, 2 de mayo de 2012.

18. “Industrial Zones and Israel’s Colonial Strategy”, acceso el 2 de septiembre de  2019, https://www.cjpme.org/fs_010

19. “The Besieged Palestinian Agricultural Sector”, acceso el 2 de septiembre de 2019, https://unctad.org/en/PublicationsLibrary/gdsapp2015d1_en.pdf