(traducido por Bea Morales)
Castas, no solo muros
Policías golpean a un manifestante de la casta inferior dalit durante una huelga nacional en Ahmadabad, India, el 2 de abril de 2018. La represión estalló en varias partes de la India cuando los dalit organizaron protestas contra una orden del Tribunal Superior del país que intentó diluir las garantías legales establecidas para su comunidad marginada. (Crédito: Ajit Solanki)
En India las castas, una rígida jerarquía socioeconómica, constituyen el sistema creado por el ser humano que más tiempo ha perdurado en el mundo. Y se sigue sin entender qué implican las castas. En los círculos liberales son consideradas un sistema de estratificación social que en cierto modo existe en toda sociedad. Algunas personas las consideran arraigadas en las escrituras del hinduismo y por ello las consideran indestructibles. Lejos de estos conceptos liberales, las personas marxistas ortodoxas a menudo o bien las ignoran por ser una cuestión superestructural que se resolverá cuando cambie la base económica, o bien consideran que impregnan tanto la base como la superestructura con sus significados convencionales, o bien las consideran el componente anterior a la clase de la sociedad precolonial. En realidad, ninguno de estos puntos de vista describe completamente las castas ya que sobreviven como entorno vital de personas con una enorme capacidad de resistencia.
Se pueden considerar las castas como unas tribus que pasaron de su vida nómada a asentarse para practicar la agricultura. Cuando las tribus arias entraron desde el centro de Asia a partir del año 1.500 antes de Cristo introdujeron las varnas, una estratificación de la sociedad en cuatro estratos basada en el nacimiento, y poco a poco impusieron esta estructura en los asentamientos tribales. Las identidades tribales se convirtieron en castas y se imbuyeron del ethos (carácter) jerárquico del sistema varna. Cuando las tribus que habían resistido ferozmente a estos arios fueron derrotadas, quedaron relegadas al quinto varna, los intocables, que son los actuales dalit.
Este nuevo sistema sirvió a las incipientes necesidades de especialización en la economía agrícola gracias la división del trabajo. Los rituales y dictados religiosos lo fortificaron aún más hasta convertirlo en el entorno vital de las personas, al asumir su propia autonomía. Se mantuvo a pesar de las convulsiones políticas e ideológicas que se extendieron a lo largo de siglos e incuso sobrevivió a los embates de la modernidad capitalista. El sistema de castas, que era homólogo de este entono de vida, constaba de muchas castas divididas en cuatro grupos en la sociedad hindú formal: brahmán (sacerdotes), chatria (guerreros), vaisia (agricultores, comerciantes, etc.) y shudrá (trabajadores). Los tres primeros eran varnas dwija y tenían privilegios asociados en orden descendente. Aparte de esta estructura formal había una cuarta parte de la población que estaba la margen de esta estructura social. Mientras que una tercera parte de esta estaba físicamente lejos de ella en selvas y lugares remotos, como los aborígenes, actualmente llamados “tribus registradas”, dos terceras partes de ella, aunque en realidad estaban relacionadas con la parte más importante de la sociedad al ser una fuente de sirvientes domésticos, estaban aisladas de ella como intocables, los dalit.
Las castas contemporáneas
El dr. Ambedkar, nacido él mismo como intocable, aunque se convirtió en su libertador y es considerado como tal, describió a las castas como una torre con varios pisos sin escaleras entre ellos. Las personas que están en un piso nacen y mueren en él. Esta analogía describe más el sistema varna que la casta porque cada varna tiene muchas castas sin una designación jerárquica clara. Para poder aplicar la analogía a la casta cada piso de la torre debería tener varias partes con diferentes servicios por los que luchan las personas que ocupan el piso. Las castas luchaban entre sí, pero sin cuestionar nunca su condición colectiva en este relato. En la época colonial esta estructura se vio alterada por primera vez debido sobre todo a que se abrieron las puertas de la educación a las castas inferiores y se les ofrecieron oportunidades de desarrollo económico. La llegada del capitalismo impactó en las castas ritualistas que lo relacionaron con la lógica de minimizar los costos de transacción. Dos personas separadas por diferencias rituales no podían tener una relación que les permitiera hacer transacciones comerciales basadas en la fe. Tenían que formalizarlo con un contrato, lo que suponía añadir costes a la transacción. Cuando se rompe este muro, no hay necesidad de esos contratos formales, lo que facilita las relaciones capitalistas modernas.
Las castas dwija en las zonas urbanas fueron de forma natural las que primero adoptaron esta lógica capitalista y abandonaron las diferencias de casta ritualistas entre ellas. Después de la transferencia de poder de las autoridades coloniales británicas al gobierno independiente de India políticas como las reformas de la tierra y la llamada “Revolución Verde” que abrieron la puerta a la expansión de la agroindustria a expensas de las y los pequeños agricultores, crearon una clase de ricos agricultores al margen de las castas shudrá. El enriquecimiento de esta clase y el consiguiente aburguesamiento la unió la causa dwija. El resultado final fue que las diferencias de casta se han reducido en la práctica a una división entre personas dalit y no dalit.
Algunos factores de desarrollo, como la extensión de la educación, la urbanización, la industrialización y la propagación de las relaciones capitalistas, disminuyeron los prejuicios anticasta en la sociedad india, mientras que otros factores las favorecieron, como el sistema de reservas que reserva a las personas dalit y pertenecientes a las “tribus registradas” empleos en el sector público y becas en las universidades, además de otras políticas de discriminación positiva, la politización y la afirmación cultural de las personas dalit, y el aumento de las crisis agrarias.
La casta se hace más fuerte
La clase de la casta shudrá formada por agricultores ricos de las zonas rurales, que sustituyó a los antiguos terratenientes de la casta alta desplazados por las reformas agrarias, tomó el testigo del brahmanismo para ejercer el control social sobre las personas dalit. Al mismo tiempo el colapso de las relaciones tradicionales de interdependencia en el sistema de aldeas bajo el embate de las relaciones capitalistas redujo a las personas dalit a un proletariado rural totalmente dependiente de los salarios agrícolas de los agricultores ricos. Esta contradicción entre las personas trabajadoras sin tierra dalit y los agricultores capitalistas surgió inevitablemente de las fallas familiares de las castas en forma de un nuevo tipo de atrocidades contra castas. La primera de ellas ocurrió en Kilvenmani, Tamil Nadu, el 25 de diciembre de 1968 cuando el ejército de los terratenientes disparó contra 44 personas dalit, la mayoría mujeres y niños, y las quemó vivas. A esta atrocidad siguieron cientos de otras. Clásicamente, cuando las jerarquías de casta estaban interiorizadas como parte del entorno vital, no se producían atrocidades violentas. El prejuicio de clase de la policía y del sistema judicial quedó en evidencia en el primer caso de tales atrocidades. Con el fin de detener la tendencia a que aumentaran las atrocidades se promulgó una ley estricta, la Ley de Prevención de Atrocidades, pero las relaciones que mantenían los autores de estas con el poder político presionaron al poder ejecutivo y al poder judicial para atenuar esta ley.
La situación de las personas dalit empezó a empeorar rápidamente cuando se emprendieron las reformas neoliberales a partir de 1991. El ethos social darwinista del neoliberalismo es profundamente contrario al concepto de justicia social que protegía a las personas dalit. La privatización acabó con los puestos de trabajo en el sector público y afectó negativamente a sus perspectivas de empleo. Obstaculizó indirectamente las motivación que tenían para acceder a la educación en el mismo momento en que la privatización y la mercantilización atacaron al sistema educativo. El giro hacia una política neoliberal ayudó a progresar políticamente a las fuerzas de derecha hindutva, que es esencialmente un movimiento de brahmanes, la casta que había gozado de supremacía a lo largo de la historia de la India hasta las Edad Media y que desde la transferencia de poder en 1947 trata de recuperarla. Al ser una minoría no lo puede lograr y por ello idearon una identidad hindutva (“hinduidad”) que puede adoptar una mayoría de personas que no sean musulmanas y cristianas, las religiones abrahámicas.
La valorización que hacen de la cultura hindú, que incluye necesariamente a las castas, ha sido perjudicial para las personas dalit, lo que se ha manifestado de forma alarmante en una escalada de atrocidades. Según el informe de 2016 de la Oficina Nacional de Investigación de la Delincuencia, Crime in India [El crimen en India], cada año se cometen más de 45.000 atrocidades contra las personas dalit. En India hay una media de dos asesinatos de personas dalit y de más de seis mujeres dalit violadas al día.
El auge del hindutva desde que llegó al poder en 2014 por medio del Bharatiya Janata Party (BJP, Partido Popular Indio), el partido político que representa al hindutva, ha tendido consecuencias terribles para las personas dalit. Desde 1973 el RSS, el movimiento militante estrechamente vinculado al BJP, tenía un enfoque estratégico para buscar el apoyo de las personas dalit, pero después de 2014 y de la adopción de una doble estrategia para fortalecer su control del poder apropiándose de instituciones estatales y debilitando a la oposición, comenzaron a atacar a las personas dalit radicales. Sus primeros objetivos fueron grupos de estudiantes, como Ambedkar-Periyar Study Circle (APSC) del Indian Institute of Technology de Madrás y la Ambedkar Students Association de la Universidad Hyderabad. Esa estrategia culminó con la conspiración de un caso absurdo contra activistas dalit que celebraban el bicentenario de una batalla en la que los dalit alistados en el ejército británico habían derrotado a un ejército indio de casta superior del reino maratha para vengar la opresión a la que les sometían. El actual gobierno liderado por brahmanes conspiró y provocó disturbios, de los que culparon al movimiento maoísta, y empezó a detener a personas dalit y a otras personas activistas de derechos humanos para aterrorizar a quienes que osaran oponerse al régimen actual.
Ha habido intentos flagrantes de diluir la Ley de Prevención de Atrocidades basándose en la afirmación infundada de que se estaba haciendo un uso indebido de ella. Se están dando pasos para acabar con los supuestos para conceder becas a las personas dalit basados en la incapacidad (legal) histórica de estas personas. Cuando el RSS sostiene que no se debería conceder garantías especiales las personas dalit finge ceguera de casta sólo para negar a las personas dalit protección constitucional. Con sus métodos fascistas está recreando el paradigma que existía en la India clásica.
Divisiones de identidad y de clase
India es un museo de identidades basadas en castas, subcastas, clanes, clases, religiones, sectas, regiones, etnias, idiomas, géneros e ideologías. Sin embargo, estas mismas identidades funcionan como muros de “cárceles de identidad” que hacen imposible que las personas logren su emancipación colectiva. El BJP eligió la identidad religiosa para crear una circunscripción hindú que superara la barrera de las identidades de castas, que posiblemente han sido la identidad primaria y concreta de las personas más que la borrosa identidad del hinduismo. Este es el logro sin precedentes del BJP, que obtuvo el 31 % de los votos en 2014 y el 37 % en 2019. El nacionalismo se ha forjado como complemento de la identidad hindú, un nacionalismo hindú, que resultó muy útil para derrotar a los partidos de la oposición.
Y existen muchos muros de clase entre castas y comunidades. El desarrollo postcolonial creó clases dentro de cada casta/comunidad. Aunque estas clases no son importantes entre las castas privilegiadas, debilitan a las castas inferiores. La movilidad ascendente de las clases, que representaba la inversión de la comunidad de castas inferiores, resulta ser una pérdida para ellas. Puede que las clases superiores de las personas dalit no hayan roto completamente el cordón umbilical porque su contraparte de la casta superior no las ha aceptado socialmente, aunque están separadas de las personas dalit de la clase inferior por su ubicación de clase y su conciencia de clase. También en contra de lo esperado, las personas dalit de la clase alta no protegen a las masas dalit que se quedan atrás. Las personas dalit de clase alta, que actúan como líderes de opinión, sirven para desviar la atención de los problemas de las masas dalit.
Las castas se han vuelto mucho más complejas e India está hoy más dividida en castas que nunca. De hecho, India está creando e importando muchos más muros que pueden requerir largas luchas para derribarlos.