Aporofobia: el muro ideológico del tercer milenio
(Crédito: https://www.redflagonline.org )
El muro es sinónimo de obstáculo. Un obstáculo que se interpone entre dos realidades, dos mundos que reflejan complejidades e identidades limitadas por una frontera física o ideológica. Un muro divide, separa, interpone un elemento de discontinuidad, interpone una barrera. En este artículo desvelaré un muro que ha trascendido el estado físico de la materia para insinuarse de manera penetrante y peligrosa en la comunicación vehiculada por la narración dominante hoy en día. Haré hincapié en una diferenciación importante y urgente que mira a crear una conciencia que nos permita defendernos frente al ataque de quienes buscan apoyo de la opinión pública para la construcción y ampliación de los muros físicos que recorren el mundo.
La distinción entre los términos Xenofobia y Aporofobia junto a la profunda comprensión de este último término, es la clave para desarrollar una inmunidad a la embestida de la narración del odio y del rechazo al otro.
La idea de fondo se basa en el hecho de que la comunicación mediática y la comunicación política de corrientes conservadoras, de derechas y/o neoliberales se centran en la construcción del mito de la xenofobia cuando en realidad todas las políticas de cierre de fronteras y deportación de personas migrantes se basan en la aporofobia: miedo y rechazo al extranjero, no como tal, sino por ser pobre. Dicho en otras palabras: la condición de extranjero indeseado se manifiesta solo si viene acompañada de un estado de pobreza, si eres rico, no eres extranjero en ningún lugar.
Vamos ahora a analizar el significado de las palabras Xenofobia y Aporofobia.
Xenofobia
La Xenofobia o senofobia (composición de Xeno y Fobia) es el sentimiento de aversión genérica e indiscriminada hacia los extranjeros y/o hacia lo que es extranjero. Se manifiesta en actitudes y acciones de intolerancia y hostilidad hacia las costumbres, la cultura y las personas de otros países. Se acompaña a menudo de una actitud de tipo nacionalista, con la función de fortalecer el consenso hacia los modelos sociales, políticos y culturales del propio país a través del desprecio por aquellos de países enemigos y es por lo tanto fomentada, sobre todo, por los regímenes totalitarios. En la mayoría de las veces la xenofobia se basa en el sentimiento de protección de una nación, aunque a veces también puede ir unida al racismo o discriminación ejercida en función del mito de la raza.
Exactamente por la connotación violenta y negativa de la actitud xenofóbica, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial ratificada por la Asamblea General de Naciones Unidas en su resolución 2106 A (XX), de 21 de diciembre de 1965 hace especial referencia a la superación y cesación de:
“Toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública.”
Artículo 1.º de CERD1
Aporofobia
Por otro lado, el neologismo aporofobia, formado a partir de la voz griega á-poros, (sin recursos o pobre) y fobos, (miedo), significa odio, miedo, repugnancia u hostilidad ante el pobre, el que no tiene recursos o el que está desamparado. La primera persona en utilizar y difundir esta nueva terminología ha sido la filósofa y catedrática de la Universidad de Valencia, Adela Cortina, en los años noventa, precisamente para diferenciar esta actitud de la xenofobia o el racismo. Cortina argumenta la tesis según la cual los hechos que solemos llamar xenofobia, racismo, rechazo a inmigrantes o refugiados, en realidad son manifestaciones de una aversión que no se produce por su condición de extranjeros, sino porque son pobres.
En 2017 la Fundación del Español Urgente, promovida por la Agencia Efe y BBVA ha escogido como palabra del año precisamente el neologismo aporofobia para poner de relieve esta actitud de miedo, rechazo o aversión a los pobres. El termino aporofobia ya forma parte del diccionario de la lengua española2 y en septiembre 2017 el senado español aprobó una moción en la que pide la inclusión de la aporofobia como circunstancia agravante en el Código Penal. El mismo director general de la Fundación BBVA señaló en una entrevista de 2017 que: «no es una palabra creada este año, ni tan siquiera conocida por el gran público, pero es una voz que recomendamos hace tiempo en Fundación BBVA y que ahora la Academia ha decidido incorporar a su diccionario. Aporofobia pone nombre a una realidad, a un sentimiento que, a diferencia de otros, como la xenofobia o la homofobia, y aun estando muy presente en nuestra sociedad, nadie había bautizado»,
Cabe señalar la paradoja representada por el hecho que sea precisamente la Fundación de un banco español quien promueva la difusión de una palabra como Aporofia. Todavía está fresco en la memoria el recuerdo de las luchas contra los desahucios y la sucesiva creación de la PAH – Plataforma de Afectados por la Hipoteca en Barcelona en 2009 (plataforma en la que estuvo presente Ada Colau actual alcaldesa de Barcelona). Con la llegada a Europa de la crisis económica generada en EEUU, los bancos no tardaron en declarar una guerra abierta contra los pobres, (respaldados por leyes que privilegiaban el capital por sobre la dignidad y los derechos de las personas), guerra contra aquellos y aquellas con una deuda hipotecaria imposible de pagar y que se encontraron de a miles, desahuciados a la fuerza, en “la calle”.
Sin embargo, la importancia de la creación y difusión de este neologismo reside en su capacidad de hacer visible una circunstancia que en muchos casos resulta difuminada y víctima de la superficialidad. El nacimiento de la palabra Aporofobia cambia la realidad, determina una ruptura de nuestra percepción hasta la fecha y nos obliga a repensar la simbología comunicacional adoptada para etiquetar y nombrar una fenomenología. Como bien sabemos lo que no se comunica no existe y lo que no tiene nombre no se puede comunicar. La profesora Cortina con su labor nos dota de una herramienta que define y manifiesta una realidad social de alcance global permeada de actitudes cotidianas de miedo, rechazo y aversión a los pobres. Utilizando esta palabra desvelamos este muro ideológico que nos quiere hacer caer en la trampa de la xenofobia para fomentar los nacionalismos neoliberales. Lo que se quiere obtener utilizando la palabra xenofobia en lugar de aporofobia es esconder las facetas puramente capitalistas que pretenden mantener alejadas a las personas que proceden de las áreas empobrecidas del planeta de las áreas que gozan hoy en día de un bienestar más difuso. Las fronteras que rodean Europa, Norteamérica y Australia entre otras, fronteras construidas a base de muros artificiales o naturales, en realidad no quieren mantener fuera a los extranjeros, sino solo a los pobres.
Como demostración de este hecho nos encontramos con los llamados programas de Ciudadanía por Inversión (CIP). Estos programas están dirigidos a aquellas personas que quieren mudarse a otro país o bien adquirir otra ciudadanía. El mecanismo es simple, aunque el trámite y la documentación requerida sea distinta para cada país. Lo único que hay que hacer es invertir o emprender utilizando una cierta cantidad de dinero (que varía según el país) en el Estado del que se pretende obtener el permiso de residencia o la ciudadanía. En el sitio web https://residencies.io se nos ofrece un panorama completo y actualizado de la cantidad de dinero necesaria para dejar de ser extranjero y para superar los muros levantados en nombre de la aporofobia. Descubrimos entonces que para obtener un permiso de residencia temporal en España (sin importar tu nacionalidad de origen) se necesita una inversión de 500 000 euros y poder demostrar que se tienen unos ingresos mínimos anuales de 25 560 euros. Después de 5 años esta residencia temporal se puede convertir en residencia permanente y a los 10 años se puede acceder a la ciudadanía. Proceso concluido y ya tenemos un nuevo rico, ciudadano del Reino de España y por extensión de la Unión Europea. En Portugal el capital requerido sigue siendo 500 000 euros, pero no hay que demostrar ningún ingreso mínimo; a los 5 años se opta para la residencia permanente y a los 6 años a la ciudadanía. En Malta es todavía quizás más sencillo. Se necesita invertir un capital de “solo” 250 000 euros y demostrar que se tiene un ingreso anual de 100 000 euros. Nada más empezar el proceso se obtiene la residencia permanente y después de 5 años se puede acceder a la ciudadanía. Solo en la Unión Europea con estos tres ejemplos (y podrían ser más si incluimos a Irlanda) podemos observar cómo se ha institucionalizado lo que ya en 1995 denunciaba Adela Cortina: no se trata de xenofobia sino de aporofobia. La UE no quiere levantar muros en contra de los y las extranjeras, lo quiere hacer en contra de los pobres.
Si cambiamos de continente y nos movemos hacia las Américas, observamos la misma actitud. En Canadá un emprendedor necesita demostrar haber creado un emprendimiento en el país norteamericano con un gasto de 200 000 dólares canadienses (alrededor de 136 500 euros3) para obtener de inmediato la residencia permanente y optar después de 5 años a la ciudadanía. No se necesita demostrar un ingreso mínimo anual. En Oceanía la situación no cambia. En Australia por ejemplo con un emprendimiento del valor de 200 000 dólares australianos (poco menos de 124,000 euros4) se obtiene la residencia temporal, después de 4 años la residencia permanente y después de 8 se puede optar para la ciudadanía. Aquí tampoco se necesita demostrar un ingreso mínimo anual. En Nueva Zelanda la inversión tiene que ser mínimo de 100 000 dólares neozelandeses (alrededor de 57, 500 euros5) para obtener una residencia temporal que después de 3 años se puede convertir en permanente y luego de 5 en ciudadanía.
Este breve recorrido por algunos de los Estados que conforman el llamado Norte político del Mundo refleja la institucionalización y legitimación estructural de la aporofobia que se convierte en un elemento de discriminación para poder acceder a los mecanismos legales de migración.
Un muro invisible pero tremendamente alto si pensamos en la cantidad de personas que a nivel mundial viven por debajo del umbral de la pobreza.
La ONU en su Agenda 2030 lanzada en 2015, ha establecido 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (SDGs por su sigla en inglés) que tratan de mejorar la calidad de vida de millones de personas en todo el Planeta.
El objetivo numero 1 es precisamente el “Fin de la Pobreza”. Analizando los datos ofrecidos por la misma Organización de Naciones Unidas encontramos que6:
- Unos 783 millones de personas vive por debajo del umbral de pobreza internacional, con 1,90 dólares diarios.
- En 2016, menos del 10% de los trabajadores de todo el mundo vivían con sus familias con menos de 1,90 dólares diarios por persona.
- En el mundo existen 122 mujeres, entre los 25 y 34 años, viviendo en extrema pobreza por cada 100 hombres del mismo grupo de edades.
- La mayoría de las personas que viven por debajo del umbral de pobreza viven en dos regiones: Asia meridional y África subsahariana.
- Las altas tasas de pobreza se encuentran a menudo en los países pequeños, frágiles y afectados por conflictos.
- Uno de cada cuatro niños menores de cinco años, en todo el mundo, tiene una estatura inadecuada para su edad.
- En 2016, solo el 45% de la población mundial estaba amparada efectivamente por un sistema de protección social con al menos una prestación en efectivo.
Entonces, viendo estos datos se abre camino la pregunta
¿Cuántas personas realmente pueden acceder a los programas de Ciudadanía por Inversión?
La respuesta es simple: muy pocas. El sistema está construido para que los pobres encuentren muros y no puedan movilizarse de manera segura y legal. Si eres rico, ya no serás extranjero, ya no te tendrán miedo, ni rechazo, ni serás discriminado: sin importar de donde vengas. El naturalista sueco Karl Von Linné, afirmó que “si ignoras el nombre de las cosas, desaparece también lo que sabes de ellas”. De esta profunda verdad nace la misión de difundir el conocimiento del concepto de aporofobia para abatir este muro ideológico levantado contra los más desfavorecidos del Planeta.
“No eres extranjero, solo eres pobre. Si tú fueras rico no serias extranjero en ningún lugar y ningún muro te impediría entrar donde quisieras. La pandemia del tercer milenio es la aporofobia.”
1 En Bouza, 2002, parte del Artículo 1.º de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial. Adoptada y abierta a la firma y ratificación por la Asamblea General en su resolución 2106 A (XX), de 21 de diciembre de 1965. Entrada en vigor: 4 de enero de 1969, de conformidad con el artículo 19.
2 Sito web de la Real Academia Española (RAE), consultado el 18/09/2019 https://dle.rae.es/?id=3FfFecJ
3 Tasa de cambio al 18/09/2019 – sitio web www.xe.com
4 Tasa de cambio al 18/09/2019 – sitio web www.xe.com
5 Tasa de cambio al 18/09/2019 – sitio web www.xe.com
6 Sitio Web de la Organizacion de las Naciones, Unidas consultado el 18/09/2019 – https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/poverty/
Para profundizar el tema:
- Emilio Martínez Navarro: “Aporofobia”, en: Jesús Conill (coord.): Glosario para una sociedad intercultural, Valencia, Bancaja, 2002, pp. 17-23.
- Cortina, A. (2017) “Aporofobia, el rechazo al pobre” Paidós