(traducido por Loles Oliván Hijós)
Descolonizar la narrativa sobre la migración
Manifestación “Por una sociedad sin racismo”, Madrid, 12 de noviembre de 2017. (Créditos: El Colectivo de Migrantes Transgresorxs-Ayllu)
Los muros que se levantan para detener la migración desde el Sur Global1 no son sólo físicos sino también legales. Cuando las personas consiguen entrar en Europa desde el Sur Global –cruzando fronteras militarizadas y en peligrosas travesías marítimas– uno de los escasos medios de obtener un estatuto legal es solicitar la “protección internacional” del Estado. Ello no sólo refuerza la relación paternalista de los Estados europeos con el Sur Global sino que niega el papel determinante que desempeñan los Estados europeos y sus intereses económicos (por no mencionar el cambio climático) en el flujo de las corrientes migratorias. No es de extrañar que la mayoría de la gente emigre desde países con bajos ingresos a países que controlan la economía y la política mundial, como Europa y Estados Unidos. A pesar de la multitud de razones por las que los individuos emigran al norte, si quieren permanecer legalmente una vez que llegan, tienen que demostrar que sufren la persecución o la falta de protección de su propio Estado y que merecen la “protección” de un Estado europeo.
Mediante el procedimiento de asilo, los Estados europeos y sus defensores rechazan toda responsabilidad de Europa y Estados Unidos y señalan a la falta de protección de las mujeres, de las personas LGBTQI+, de las minorías étnicas y religiosas, de los disidentes políticos, los periodistas, etc. en los Estados del Sur. Pretendiendo ofrecer protección, los Estados europeos se posicionan como condescendientes bastiones de la igualdad y la democracia –a pesar de su continua explotación económica y de su intervencionismo en conflictos del Sur Global, y del apoyo que brindan a sus regímenes represivos, o de la marginación y exposición en la que abandonan a los migrantes, del aumento de los crímenes de odio contra ellos, contra los individuos LGBTQI+, contra las mujeres y contra otros sectores vulnerables dentro de sus propias fronteras. Esta táctica de desviar la atención de sus propios delitos son muy familiares a los activistas palestinos de derechos humanos que hacen frente al lobby pro-israelí.
Y al igual que ocurre con las políticas que aplica Israel contra los palestinos y palestinas, los muros físicos y legales que impiden la migración a Europa desde el Sur Global se enraízan en las nociones apenas disimuladas de la supremacía blanca de mantener el status quo y “proteger el estilo de vida europeo”.2 El status quo que hay que proteger es el de los hombres blancos que dominan económica y políticamente prácticamente todos los países europeos. En muchos de estos países europeos, la raza y la nacionalidad van íntimamente ligadas, y se presenta la migración desde el Sur Global como una amenaza a una imaginaria identidad nacional blanca. En efecto, en la palabra griega “nación” –ethnos– está el origen de la palabra etnicidad. Para reducir esta amenaza se rechaza la migración legal desde el Sur Global excepto a quienes se someten a esta norma europea blanca.
Esta situación se amplifica en Lesbos, donde la frontera geográfica natural al continente europeo hace imposible el anonimato. Dado que la migración irregular no detectada es virtualmente imposible, todos y todas las que llegan a Lesbos desde Turquía deben solicitar protección internacional o enfrentarse a ser devueltos de inmediato a Turquía. En Lesbos hay una carrera de fondo en la que cuanto más oprimido y débil se es, más rápido se puede acceder a los servicios básicos, a unas condiciones de vida dignas y a un permiso para salir de la isla.
Para derribar estos muros, como defensores de los derechos de los migrantes, debemos alejarnos del relato condescendiente de “proteger” a las personas refugiadas y reconocer la autonomía de los individuos y las familias para que se desplacen donde ellos elijan. Debemos ser solidarios con quienes cruzan fronteras y muros sin pedir permiso.
1 Es necesario distinguir que la migración no se restringe de igual manera a los europeos y los estadounidenses que emigran a escala internacional.
2 Jennifer Rankin, “MEPs damn ‘protecting European way of life’ job title”, The Guardian, 11 de septiembre 2019.